Origen e historia del graffiti.
El graffiti tiene su origen desde la época del imperio romano, en esa sociedad existía la costumbre de realizar distintos tipos de pintadas en muros y columnas, dibujos y frases que podían ser de carácter humorístico, político, etc.
Se puede denominar a la ciudad de Filadelfia como la ciudad en donde esta modalidad se puso de moda en los años 60 a partir de una persona que comenzó dibujando cosas para llamar la atención de una mujer hasta que termino creando su propia firma (tag) y dibujándola por todos lados de la ciudad, cosa que la prensa mencionó en varias ocasiones.
Cuando este tipo de arte llego a Nueva York fue adquirido rápidamente por muchos ciudadanos que también plasmaban sus tags (firmas) por distintas partes de la ciudad, esto lo hacían para de alguna forma hacerse populares y para dejar su marca en cada lugar al que iban.
La mayoría de las veces, sobretodo al principio, los jóvenes escribían o firmaban su apodo y el número de la calle donde vivían y a veces se incluían logos o símbolos personales, por ejemplo: Taki 183, que fue uno de los primeros graffitis que se hizo conocido en la década del 60, pertenecía a era un joven (taki) que trabajaba de mensajero y dejaba su firma en todos los lugares a los que iba.
A diferencia de lo que pasaba en los Estados Unidos en esa época, en Uruguay existía y era implementado por distintos escritores un estilo de graffiti o correctamente denominado pintadas y carteles sociales que carecían de contenidos y significados artísticos, la temática era mayoritariamente política y mediante esta herramienta las personas manifestaban opiniones ya sean a favor o en contra sobre distintos asuntos.
Fue en la misma ciudad de Nueva York donde este estilo tomo mas popularidad y donde a partir de los años 70 se comenzó a modificar creando nuevos estilos propios de cada barrio de la ciudad, nuevas formas de escribir, con el objetivo de diferenciarse entre si y lograr llamar mas la atención, era una competencia entre todos los que utilizaban este arte como forma de expresión y entre todos aquellos que por alguna razón querían darse a conocer, ya sea para promover alguna idea o algún gusto en particular.
Esto fue muy utilizado por las pandillas que estaban surgiendo a finales de los años 70 y por las bandas de hip hop del momento que mediante este arte se hacían conocer diferenciándose de los demás con logos y dibujos cada vez mas creativos.
Cuando esta modalidad ya estaba totalmente de moda en Nueva York y cuando ya se habían creado distintos etilos de letra y de dibujo, uno de los lugares mas concurridos por los artistas o escritores eran los vagones del metro de la ciudad, los escritores solían dejar sus espectaculares firmas y recordatorios en el exterior de los vagones que al recorrer toda la ciudad eran vistos por millones de personas en unos pocos días.
Pero las medidas de seguridad para prevenir este tipo de arte callejero fueron cada vez mas duras, dirigidas por la MTA (Metropolitan Transit Authority) se tomaron algunas medidas como proteger mas las zonas donde los vagones “descansaban” con mas seguridad y alambrados mas resistentes que de todas formas lograban ser burlados por los intrépidos escritores que luchaban para que esto no se acabara.
Este movimiento llego a Europa a mediados de los 80 y de la mano de la música, especialmente del hip hop. Debido a lo difícil que se había hecho realizar este tipo de intervenciones en Nueva York muchos de los escritores más conocidos fueron a Europa a probar nuevos ambientes de trabajo y con muchos más espacios para expresarse y promocionar sus ideas o gustos musicales.
En Europa esa modalidad avanzó hasta alcanzar la magnitud y el poder que tenia en Nueva York haciéndose muy popular, uno de los precursores de este arte en España fue “el muelle” quien comenzó en Madrid a plasmar su firma por todas partes de la ciudad llegando a dejar su marca estampada en varios países europeos.
Hoy en día, en Europa, se puede observar cada espacio ocupado, los viejos vagones de trenes totalmente pintados, de la misma forma que pasaba en Nueva York.
Joaquín Olascoaga
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